Tener esperanza que China impulse la economía mundial es solo una ilusión

Por He Qinglian
08 de Febrero de 2019 8:17 PM Actualizado: 08 de Febrero de 2019 8:17 PM

Análisis de noticias

Muchos atribuyen la desaceleración económica de China en 2018 a la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Con la perspectiva de una continua debilidad en 2019, muchos países esperan con impaciencia el final de la guerra comercial. Miran hacia el retorno de China al crecimiento económico, esperando que China continúe siendo el motor de la economía global, el mayor comprador de recursos y el mayor consumidor de productos fabricados por los países desarrollados. Incluso en Alemania, el “motor de la economía europea”, su comunidad empresarial también comparte estas mismas esperanzas. No se dan cuenta que es una mera ilusión; de hecho, la economía de China comenzó a declinar ya en 2015, y la actual guerra comercial acaba de acelerar el proceso.

Se detuvo la oleada de compras en el extranjero de China

En los últimos 15 o 16 años, los compradores chinos fueron un motor clave del crecimiento económico de algunos países. Hay dos tipos de compradores. Una es la inversión, que incluyen las grandes fusiones y adquisiciones por parte de las empresas estatales chinas y las inversiones en el extranjero por parte del sector privado. El otro es el turismo internacional de los consumidores chinos, acompañado de la compra de productos de lujo.

Las inversiones de China en el extranjero parecen fuertes. Según el Boletín Estadístico de Inversión Extranjera Directa de China de 2017, publicado por el Ministerio de Comercio de China, la inversión extranjera directa total de China fue de 158.290 millones de dólares, solo por detrás de Estados Unidos y Japón. La inversión extranjera directa fue la segunda más alta del mundo, con 1,81 billones de dólares. De enero a septiembre de 2018, las fusiones y adquisiciones de China en el extranjero fueron de 1,07 billones de dólares, un 11,2 por ciento más que el año anterior, según Thomson One.

Sin embargo, las empresas privadas que estuvieron comprando activos en el extranjero, como HNA Group, Dalian Wanda Group, Anbang Insurance y Fosun International, estuvieron vendiendo sus adquisiciones anteriores con grandes descuentos y regresando el dinero a China. La razón principal es la presión ejercida por el Partido Comunista Chino.

Según el Financial Times, HNA Group de China realizó adquisiciones en el extranjero por un valor de más de 40.000 millones de dólares entre 2015 y 2017. Ahora HNA está vendiendo sus propiedades poco a poco a precios bajos, desde acciones, bienes raíces, hasta edificios de oficinas. El 26 de diciembre de 2018, durante el Foro de Marcas de China, Chen Feng, el presidente de HNA Group, dijo en una entrevista que había vendido más de 300.000 millones de yuanes (44.000 millones de dólares) de activos solo en 2018, estableciendo un nuevo récord mundial.

Todas estas empresas tienen un nivel de endeudamiento superior al 70 por ciento. Sus fondos para la actividad de fusiones y adquisiciones provenían de préstamos bancarios chinos o de productos financieros que ellos mismos emitieron. Su oleada de compras hizo que las reservas de divisas de China se desplomaran. A finales de 2016, las reservas de divisas de China descendieron por debajo de los 3 billones de dólares. El primer ministro chino, Li Keqiang, tuvo que enfrentarse a la lamentable realidad: “Delante de mis narices, observé a cientos y cientos de miles de millones de capitales fluyendo lejos”.

Con este contexto, la Comisión Reguladora Bancaria de China ordenó una auditoría de crédito y un análisis de riesgo exhaustivo en el extranjero para empresas como Dalian Wanda Group, Anbang Insurance, HNA Group, Fosun International y Zhejiang Rossoneri. Enfocándose en las fusiones y adquisiciones y los préstamos coercitivos, comenzó una batalla interna para proteger las reservas de divisas.

A medida que los gigantes del sector privado de China regresaban el capital a China y el número de compradores chinos disminuía, los precios de la vivienda cayeron en lugares como la ciudad de Nueva York y en Australia. Durante muchos años, el creciente capital chino impulsó el precio de las viviendas en todo el mundo. La tendencia se invirtió desde 2018, cuando el gobierno chino endureció el control sobre las salidas de capital.

Según las estadísticas de Real Capital Analytics, las empresas chinas y los inversores institucionales vendieron 233 millones de dólares en bienes raíces en Europa, incluyendo hoteles, edificios de oficinas y otras propiedades comerciales, y compraron solo 58 millones de dólares de bienes raíces en Europa. En Estados Unidos, los inversionistas chinos vendieron más de mil millones de dólares contra unas compras de solo 231 millones de dólares.

En Australia, el mercado inmobiliario se está enfriando debido a la disminución del número de compradores chinos. Los analistas predicen universalmente que el mercado inmobiliario continuará decayendo en 2019.

China ya no es un mercado ideal para los inversores extranjeros

En su artículo “Los empresarios estadounidenses que acudían a China regresaban a sus casas desilusionados”, el reportero del Wall Street Journal James T. Areddy dijo que a los empresarios extranjeros les resulta mucho más difícil hacer negocios en China debido a “los costos en alza, los impuestos crecientes, el control político cada vez más estricto y la regulación caprichosa”, y que “sus mejores días quedaron en el pasado”.

Los problemas con el entorno de inversión chino que se discuten en el artículo existieron durante mucho tiempo. Además del aumento de los costos de la tierra y de los salarios, los inversionistas extranjeros también tienen que hacer frente a los costos de regulación (pérdidas debidas a la falta de transparencia en la política y la legislación) y a los costos externos (por ejemplo, los costos incurridos para proteger la propiedad intelectual o la credibilidad de las empresas), que están estrechamente relacionados con las políticas gubernamentales.

En el artículo se señala específicamente el costo externo de las impugnaciones relacionadas con la propiedad intelectual y se argumenta que las empresas estadounidenses habían gastado mucho dinero y esfuerzo en demandas judiciales en materia de propiedad intelectual, pero que ni siquiera estaban a punto de poner fin a las infracciones cometidas por las empresas chinas. Las empresas alemanas y francesas también tuvieron socios chinos que robaron su tecnología y crearon sus propios negocios. La violación de la propiedad intelectual sigue siendo una cuestión importante hoy en día, y se convirtió en un detonante de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

El mercado chino atrajo capital de todo el mundo desde los años 90, especialmente de Japón, Estados Unidos y Europa. No todas las inversiones extranjeras obtuvieron beneficios, ni siquiera sobrevivieron. La primera ola de retirada de capitales se produjo del 1999 al 2003 (principalmente capital industrial), seguida de la segunda ola de 2008 a 2013, que incluyó tanto la fabricación como la financiación. La ola actual comenzó a finales de 2015.

Estuve rastreando las inversiones extranjeras en China, y encontré que las tres olas de retirada de capitales ocurrieron por razones similares, el costo (costos de la tierra y de la mano de obra), la carga tributaria y el marco reglamentario.

El multimillonario Li Ka-shing fue uno de los primeros en retirarse. Aunque había ganado bastante dinero en China, estaba listo para salir en la cúspide de su negocio en China. Su conglomerado CK Hutchinson, con sede en Hong Kong, comenzó a vender activos ya en 2008 y, al mismo tiempo, estableció un sistema de capital en Europa. A finales de 2017, Li había cobrado 150.000 millones de yuanes (22.000 millones de dólares) a lo largo de la década, y las empresas europeas representaban casi el 40 por ciento de sus ingresos, mientras que la cuota de participación de China se redujo a alrededor del 30 por ciento.

También el magnate taiwanés Terry Gou construyó su fortuna en China continental, pero comenzó a incrementar la inversión en otros países en 2015.

Los hechos mencionados demuestran que China perdió su encanto como “mercado ideal”. La guerra comercial no hizo más que reforzar la decisión de los inversores extranjeros de abandonar China, e hizo que la situación fuera más difícil para el gigante asiático.

La demanda de los consumidores chinos es aplastada por la deuda inmobiliaria

Últimamente, el bajo rendimiento de Apple en China recibió mucha atención. Pero la pérdida se adelantó un par de años, porque el declive del poder adquisitivo de los consumidores chinos ya había comenzado. Muchos analistas externos ignoraron el hecho de que el declive del poder adquisitivo no fue el resultado de la guerra comercial, sino la consecuencia de la estructura económica y la distribución del ingreso de China.

La disparidad en los ingresos está empeorando. Según las estadísticas oficiales, el coeficiente de Gini (medición de la desigualdad de ingresos) de China creció durante tres años consecutivos desde 2015. En 2017, el índice alcanzó 0,467, superior al umbral de 0,4 de las Naciones Unidas considerado como un nivel peligroso.

Las teorías económicas sostienen que la tendencia al consumo de los consumidores de ingresos altos es menor que la de los consumidores de ingresos medios/bajos. Como resultado, el consumo doméstico de un país crece solo cuando los consumidores de ingresos medios/bajos gastan más.

Los consumidores chinos contribuyeron a un tercio de las ventas mundiales de artículos de lujo en 2016, según el “China Luxury Report 2017” de McKinsey. Una gran parte de las compras de artículos de lujo se realizaron en el extranjero, por lo que tiene un impacto muy limitado en el mercado interno de China.

El índice de apalancamiento de los consumidores chinos sigue siendo alto, lo que limita el potencial de crecimiento o el consumo de los consumidores. La Academia China de Ciencias Sociales estimó que el índice de apalancamiento de los consumidores de China (deudas de los consumidores con respecto al PIB de China) se disparó del 28 por ciento en 2011 al 49 por ciento en 2017.

La deuda per cápita es de 170.000 yuan (aproximadamente 25.000 dólares), según datos oficiales. Algunos predijeron que el índice en enero de 2018 será de más del 60 por ciento, y que los préstamos para la vivienda personal serán un factor clave de las crecientes deudas. Todas las demás industrias sentirán la presión, simplemente porque las pesadas cargas hipotecarias afectarán inevitablemente a todos los demás consumos a medida que los propietarios de viviendas de China luchan por pagar sus hipotecas.

Ajustar la estructura económica es mejor que fantasear sobre el rescate de China

No importa cuánto deseen los analistas extranjeros que China se recupere y continúe impulsando el crecimiento económico mundial, la verdad es que el crecimiento de China llegó a su fin. Por más estricto que sea el régimen chino en el control de la economía, no tiene otra salida que la de imprimir más dinero y aumentar el gasto del gobierno.

En enero de 2019, el Banco Central de China anunció que recortaría las reservas obligatorias del banco en un punto porcentual para estimular los préstamos bancarios. La medida inyectará 150 millones de yuanes (22 millones de dólares) al mercado. Esta fue la quinta vez que el banco central redujo las reservas obligatorias en menos de un año.

Mientras tanto, la agencia de gestión macroeconómica de China, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma , aprobó más de 1,2 billones de yuanes en proyectos de infraestructura, como los trenes del metro, demostrando que la infraestructura nuevamente se convirtió en el enfoque clave de Beijing para “estabilizar la economía”.

Durante muchos años, el capital de China pasó de la economía real a las burbujas económicas a través de los bienes raíces y el mercado de valores. Un informe reciente del Fondo Monetario Internacional dice que este estímulo crediticio llevó a China al punto de tener un rendimiento decreciente. Como parte de las nuevas deudas se utilizarán para pagar deudas anteriores, para lograr el mismo crecimiento que antes, el país necesitará tres veces más deuda. Por lo tanto, el mayor desafío de China es evitar que los préstamos se conviertan en nuevas burbujas.

El mundo está siendo testigo de todo tipo de fricciones y disturbios que acompañan a la reversión de la globalización. El presidente Donald Trump no saboteó el sistema de comercio mundial existente. En cambio, ajustó la estructura en dos sistemas separados: un sistema de libre comercio entre Estados Unidos y sus socios comerciales tradicionales, y otro sistema fuera del sistema de libre comercio que incluye a China.

Hasta el momento, ninguno de los dos sistemas fue completamente configurado, pero es seguro que China no podrá servir como motor de la economía mundial. En lugar de buscar el rescate de China, creo que los países occidentales deberían ajustar su propia estructura económica para encajar en un mundo sin que China sea el comprador e inversor.

 

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